Cuento propio a partir de la lectura de Fabián Casas - Actividad 25

 

“Siento que me voy…”

Me desperté en la placita Martín Fierro, tembloroso. Me levanté rápido y caminé hasta mi casa. Las manos bien enterradas en los bolsillos de la campera de cuero, como si fuesen a parar con el frío mañanero. Llego me saco todo y me tiro a dormir.

-che pibe- Me sobresalté. Un tipo parado en medio de la habitación me estaba gritando. “ah listo, un cana” pensé. Me giro. Era un petiso medio moreno, los ojos verdes y sin la mitad de las teclas. Parecía estar más consumido que yo. -¿cómo entraste?- le pregunté. –Dejaste la puerta abierta, fue como una invitación a pasar- me tiró el chanta. Ya molesto le pregunté quién carajo era. –Vengo de parte del Mecánico. Escuchame, flaco, tenés que devolverme toda la droga porque nos vamos a encargar nosotros. Lo del mecánico es groso, no se sabe hasta cuándo va a estar preso, y me pidió que me encargara de todas tus ventas. Pasa que a mí me conoce más viste -  Mirá si le iba a dar toda la falopa al drogui este que ni la madre lo conoce. No descarté la idea de que se tratase de un cana queriendo robarme información. De todos modos le dije que ya había vendido todo, que lo tenía bajo control. –Creo que no entendiste flaquito, no queremos más que trabajes con nosotros. Si ya vendiste todo, la plata me la tenés que devolver. Una parte te va a quedar a vos, pero la plata me la tenés que devolver. Mirá que el gordo no le dijo nada a la gorra de vos y tu amigo eh-. “El Gordo” lo llamó, pero cuántos apodos tiene este. No era ni mecánico, ni boliviano ni gordo. Pero bueno, qué me importaba a mí cómo lo llamaran. Me preocupé más porque andaba en la cuerda floja, entre la espada y la pared, o con la metáfora que sea; estaba arrinconado. –Hagámos así- le dije –Ahora te doy un par de ácidos y tizas que me quedaron. El tema de la plata dejame hablarlo con El Gordo. Le hago una visita, lo llamo, lo que sea; pero dejame arreglarlo con él.- Poco convencido accedió. Le di los cartones y las tizas y se largó. La realidad era otra, en lo de mi tía había mucho más guardado. Tenía que rajar.

                                                            ***

-Roli, querido te estaba esperando- dijo mi tía mientras me hacía pasar a la casa. Pasaba seguido a almorzar y para llevarme de a poco lo que iba a vender durante el día. Esta vez el plan era llevarme todo. Mientras comíamos, mi tía no pudo aguantarse y me habló de mis viejos.-Deberías irte unos días para allá. Sé que el vínculo no es lo mejor, pero tal vez para despejarte un poco.- Le asentí haciendo una cuasi sonrisa sin dientes, más mueca que otra cosa. Después seguimos comiendo en silencio, mirando cada uno sus platos de fideos.

Ya en mi casa, con toda la mercancía encima me desesperé. No podía vivir más ahí. Ya sabían dónde vivía. Pensé en Andrés, mi amigo. No lo iba a meter en todo esto. Por suerte no sabían nada de él, solamente su apodo. Pensé en irme con todo a Mar del Plata, vender todo lo que me quedara allá y de a poco dejar de consumir. Empezar de cero. Tal vez, remendar la relación con mis viejos. Se lo diría a Andrés al otro día, podría venir conmigo a vacacionar unos días y, de paso, repartir las ventas. Me bañé, me cambié, preparé un bolso y me fui a un pub. Era noche de bandas under, una buena forma de despedir a La capital y mis espontáneas noches y días de albedrío.

Llegué al pub. Una lástima que Andrés no se sumara. Ya sé que le parece una mierda este estilo de música. Para mí es poderoso, revolucionario; es precedente de lo que escuchábamos juntos cuando éramos más pibes. Bueno, no es Zeppelin, pero es un subgénero del rock. Qué se yo. Andrés es mi amigo de toda la adolescencia, lo conozco perfectamente. Sé que es muy variado en la música, pero a su vez muy ordinario; puede estar un día entero escuchando los mismos discos, pero uno de los Beatles y seguido uno del Flaco. Creo que su versatilidad y su disposición a estar abierto a nuevos mundos es en la literatura, pero en eso ya no me meto tanto.

  Recién termina de tocar la primera banda y ya estoy transpirando y con chuchos de frío. Hacía ya diez horas que no me picaba. Fui al baño y me di primero dos saques. Prefería aguantarme, de verdad quería hacer un cambio. Pensé que no sería precipitado empezar ahora. La segunda banda era un desastre a nivel técnico; el bajo no se escuchaba, el hi-hat y el redoblante estaban mal ajustados. Eso me enloquecía, o tal vez era  que la merca me estaba haciendo efecto. Ni bien subió la última banda, tuve la necesidad de volver al baño. Hice el recorrido de ida y vuelta unas cuatro veces más, inhalando para no caer en la tentación de la aguja. Antes de salir, un dolor fuertísimo en la cabeza me descolocó, por lo que decidí ir a la guardia. Antes pasé por lo de mi tía y dejé el bolso sin hacer mucho ruido.

                                                            ***

Recuerdo haber hablado con Andrés, le pedí unos cómics. Había olvidado agarrarlos cuando armé el bolso, pero de eso no le comenté nada. No sé por qué. Sentí que ya era bastante preocupación el verme en una camilla. No le dije que había salido ni que pretendía espontáneamente irme a la costa. Ahora no lo veo, solamente lo escucho. Creo que llora, no sé. Pero yo me siento contenido, abrazado por alguien. Me río, pero me duele la cabeza, me explota la cabeza…la cabeza, la cabeza.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escritura de Fabián Casas (Análisis) - Actividad 24

Microcuentos con macrorreflexiones - Actividad 13

Nueva Tesis sobre el cuento (análisis) - Actividad 12