Reseña


 

Revista Persona, 14/12/2020

De la mirada lectora a la de la escritora                   

Por Camila Lamalfa

La arquitectura del océano, de Inés Garland. Alfaguara, Buenos Aires, 2014.

112 páginas.

 

¿Hacia dónde va Garland cuando escribe y a dónde va el lector cuando la lee?

Desde el Rey de los centauros (2006) la afición por escribir se materializó en libro, conformando la génesis de la literatura pública de Inés Garland. Inés no solamente escribe libros, sino también traduce los de escritores importantes e internacionales, además de que da talleres literarios. Su carrera es netamente intelectual, en tanto que todos sus trabajos están relacionados con el uso de su mente, como si tuviera la necesidad de estar en constante búsqueda, descubrimiento y expresión. Esa necesidad de contar algo, la deja expresa en varias notas y son materializadas en sus cuentos y novelas. Garland ha dicho que tiene una necesidad de contar visiones, imágenes, hechos que pueden ser autobiográficos como también ajenos, y que florecen de su mente.

En cuanto para quién escribe, ella misma aclara que no busca escribir para un público en particular, sino que es el público quien determina la validez de sus escritos, como sucedió con Piedra papel o tijera (2013);  un cuento con la intención de ser publicado para adultos, pero que terminó llamando la atención de un público más juvenil.

Algo que resalta en las obras de Garland es que sus personajes principales suelen ser femeninos, sin embargo la escritora dejó al descubierto que no busca hacer literatura femenina. A partir de esta premisa es que se contrapone la mirada de la propia escritora sobre sus escritos y lo que en un principio cualquier lector podría interpretar de la lectura. La arquitectura del océano (2014) es un libro constituido por 16 cuentos breves. En cada uno de estos cuentos, las posiciones genéricas siguen una misma línea. A pesar de que no haya un nexo en la trama de cada cuento, los personajes, según cual fuese su género, se mueven, tienen determinadas conductas, sienten y piensan de determinada manera. Desde el cuento el rayo verde vemos un enamoramiento entre un hombre y la amiga de su hija, mientras que la posición de su mujer ante el hecho, es pasiva. Lo mismo en Oscar, donde vemos a un padre de tres niñas jugueteando con una mujer que no es su esposa, todo relatado desde la visión de una menor que no entiende qué sucede. En la perra de tres dientes, el rol del hombre es más intenso, descripto desde la profunda violencia y, a la vez, necesidad sexual que siente el protagonista masculino al ver a una mujer. Sin embargo, como vimos, Inés Garland cuando escribe no focaliza en los géneros. Lo genérico aquí es la superficie de un océano de relaciones humanas, que es lo que Inés en realidad plasma en todos sus cuentos y novelas. La intención al escribir es dar a conocer el sinfín versátil de los vínculos entre sujetos, a su vez que busca conocer al ser humano; descifrarlo. Ahora, teniendo en cuenta que intenta mostrar experiencias humanas, como lectores encontramos en nada que hacer un vínculo entre una madre y una hija, la soledad que siente la mujer, la necesidad de encontrar un amor, de sentirse joven; o en el último muelle, donde una mujer anhela volver al pasado y añora a un antiguo amor que podría haber sido el de su vida; o en la cautiva donde la protagonista se desata de cualquier prejuicio moral/racial al conocer a un hombre que la acompaña tras haberse accidentado. Volviendo a los cuentos anteriores pero desde lo que busca Inés Garland, vemos ya no meras conductas dependientes del género, sino la búsqueda de amores, de sentirse joven nuevamente; de recuerdos que marcaron la personalidad de alguien y que determinan su conducta y su forma de ver al resto.

Desde los 38 que Inés escribe en lo que ella considera la modalidad de tal ejercicio: en solitario, de manera individual. Se desprende de vínculos, deja salidas de lado, para envolverse en experiencias vividas o ficcionales y así crear y plasmar a sujetos relacionales en hojas de papel.

La arquitectura del océano constituye una serie de encuentros pasajeros, de momentos en que los sujetos se sumergen en una red de interconexiones que pueden durar unas vacaciones en Salinas, como una noche en un boliche, o un viaje en lancha hacia el Tigre […] <<Así en el océano de la vida nos pasamos unos a otros y nos hablamos, solo una mirada y una voz, después otra vez la oscuridad y el silencio>>. Con esta cita que hace Garland de Henry Hadsworth al comienzo de su libro nos permite pensar en las relaciones como fluidas, fluctuantes, como instantes,  al igual que la estructura de un océano.






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